El minimalismo orgánico emplea elementos biomórficos que armonizan y se integran con el medio natural para el que hayan sido diseñados. Frente al minimalismo, las formas irregulares y sinuosas, los colores neutros y suaves, aportan tranquilidad y emociones positivas para sentirnos cómodos en el entorno que nos rodea. Y, además, el minimalismo orgánico quiere recuperar el simbolismo del que se había desprovisto el minimalismo convencional para introducir metáforas entre los materiales empleados y el medio ambiente, que se quiere proteger.
En general, la
actitud de la sociedad ante el arte de hoy no es de preocupación por la
naturaleza porque el minimalismo está muy presente gracias a la concepción del
filósofo Richard Wollheim en la revista Art
Magazine que publicó en el año 1965. Como consecuencia, creció y avanzó su
auge en la cultura de masas gracias a una nueva estética. Como una paradoja,
este nuevo arte ha rechazado la tradición de estilos artísticos en un intento
de evitar todo simbolismo y subjetivismo.
Así se formaliza el
nacimiento del “Minimal Art”, también conocido como Minimalismo. No obstante,
antes de aparecer el minimalismo, encontramos antecedentes en pinturas
monocromáticas de Ad Reinhardt y “ready-made” de Marcel Duchamp, y por lo tanto,
se trasformó el arte de vanguardia del siglo XX en el minimalismo. Numerosos
artistas han considerado como las primeras concepciones minimalistas obras como
las de Kasimir Malevich, Vladimir Tatlin y Piet Mondrian.
Mies Van der Rohe,
arquitecto luchando por conseguir una arquitectura de carácter universal y
simple, hizo una frase célebre que significó reducir algo a lo mínimo: Less is more.
El artista y
filósofo argentino Eduardo Sanguinetti aplica en rigor la tendencia a reducir
al mínimo la expresión en sus acciones musicales, escritas o visuales: lo máximo en lo mínimo.
La ruptura de la
tradición cultural hace posible la transformación del arte para poder
relacionar con la naturaleza y reducir la preocupación medioambiental.
Efectivamente, falta esa estética artística, de forma que hay que actuar sobre
la naturaleza, resolviendo los problemas estéticos, ecológicos y sostenibles que provoca
esta actuación, porque la estructura de la creación artística en la actualidad
es casi igual a la que corresponde a las creaciones tecnológicas.
El minimalismo orgánico promueve una parte importante de la comprensión sociológica del arte y
la cultura para desarrollarla al público, porque los métodos adecuados de
intervención cultural sólo pueden desarrollarse en conjunción con una
percepción correcta de la perspectiva del público y el modo en que se recibe el
pretendido mensaje. Así que considera correctamente las instituciones de la
producción artística y la naturaleza ideológica y estética de la obra de arte,
porque si no, será una inadecuación artística y cultural para la comprensión
del público o espectadores. Es fundamental entender la interpretación artística
con creatividad en relación con la naturaleza.
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