Entre finales de los años sesenta y mediados de los años setenta del siglo XX, el minimalismo logró tanta fama internacional que marcó el fin de las vanguardias artísticas, transformando en un movimiento artístico histórico.
Sin embargo, a finales
de los años setenta el minimalismo empezó a descender y cambió por el
postminimalismo, el cual era la influencia del minimalismo en las obras
posteriores.
El postminimalismo
es una corriente que nace en reacción con el minimalismo por evitar la rigidez
geométrica y la perfección, y también se denomina arte sucio como un acto de
provocación e incluso innovación del minimalismo. En 1968, el crítico Robert
Pincus-Witten acuñó el término “postminimalismo” en relación con el arte
conceptual y procesual y, por lo tanto, se mantuvo el estilo del minimalismo
por el orden, la reducción y abstracción de la forma y la tridimensionalidad.
Los artistas
postminimalistas Eva Hesse, Richard Serra, Robert Smithson, Bruce Nauman, etc.
conservaron el minimalismo, el cual incluía la impersonalidad, pero abarcaron
la expresividad, elaborando materiales pobres, simples, reutilizables y más naturales, y
nuevas técnicas artísticas; pero todavía se utilizan unos elementos industriales y artificiales, aunque el minimalismo se enfoque más en
materiales industriales.
Como consecuencia,
el postminimalismo aspira a ser un arte natural, pues utiliza colores neutros,
aún más que los minimalistas, que empleaban objetos de la naturaleza, tonos
naturales y colores monocromáticos (marrón, beige, blanco y negro). No obstante, existen unas obras postminimalistas que no tienen formas naturales y orgánicas por creatividad humana, y otras que las tienen por creatividad en relación con la naturaleza.
Por diferencia de
la rigidez geometría, unas obras del arte postminimalista tienen fluidez y
variabilidad en el tiempo, que no duran permanentemente, como arte efímero. Además, según James
Meyer, autor de Arte Minimalista, los artistas y críticos abogaron por
prácticas artísticas efímeras, conceptuales y postminimalistas “desobjetivizadas”,
que parecían oponer mayor resistencia a la cultura del bienestar que las elegantes cajas de Donald
Judd o las placas de acero y cobre de Carl Andre.
Como resultado, el postminimalismo
constituyó una ruptura clara con el minimalismo por el uso de materiales pobres
y naturales y formas fluidas.
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